Los Picos de Europa
En un bosque lejano que estaba en Asturias vivía un ser fantástico llamado Gruñón. Era tan alto como un edificio y con las partes de su cuerpo de diferente color. Su cola es roja, su cuerpo verde y sus patas amarillas. Tiene un solo ojo. Su boca es rojísima y no tiene nariz. El pelo es tan marrón como el tronco del árbol. No tiene brazos y sus dos patas son muy cortas. Se alimenta de las hojas verdes de los árboles y de los insectos mas grandes. Duerme sólo cinco horas.Es muy valiente, fuerte y miedoso. A veces se enfada pero es muy divertido. No le gusta nada la tristeza pero sí la sinceridad, el amor, la belleza y la amabilidad. Es aficionado a las carreras de coches, a jugar al fútbol con su hermano y su pandilla y a ver las bandadas de pájaros volar. Su mejor amigo se llama Pablo y su mayor enemigo Egoísta.
Asturias es un lugar muy montañoso y hay muchos árboles. No es un lugar muy grande pero tiene costas y playas muy bonitas.
Un día Gruñón tuvo que ir a comprar unos sacos gigantes de arena para hacer una playa en el jardín de su casa. No iba muy animado porque quería ir a jugar con sus amigos al parque pero su madre le obligó a ir. Decidió ir a comprar los sacos a un mercado que estaba al lado del bosque donde vivía. Al llegar al puesto donde vendían los sacos de arena le pregunto al vendedor cuanto valía cada saco y el vendedor le respondió que si conseguía superar una prueba contra otro interesado en comprar la arena le daría gratis todos los sacos de arena que el quiera.Entonces el decidió aceptar la prueba y los tres fueron hasta unos montes. Cuando llegaron el vendedor le mostró dos sacos de arena gigante y les dijo que quién consiguiera hacer una montaña más alta de arena ganaría la prueba. Primero le tocaba a Gruñón tirar los sacos de arena. Entonces cogió un saco de arena y le dio una superpatada y la arena subió hasta que ya no se conseguía ver y al cabo de un rato se veía caer otra vez la arena del cielo. De repente el saco que contenía la arena se rompió por un lado y la arena empezó a amontonarse una encima de otra. Al final quedó una montaña bastante alta. El siguiente era el turno de el otro participante. Cogió el saco de arena, le dio una superpatada y se amontonó otra montaña más. El juez dijo que las dos montañas eran iguales de altas así que habían empatado. Más tarde el vendedor dijo que iban a hacer otra prueba para desempatar. La última prueba era escalar la montaña de arena. Quien tardara más en escalarla perdería. Así que los dos cogieron el material de escalada y se prepararon para empezar. Cuando el juez pitó el silbato los dos empezaron a correr rápidamente para llegar antes. Se acercaban a la mitad de la montaña cuando empezó a llover un montón y se retrasaron un poco pero el otro participante siguió adelante y consiguió adelantar a Gruñón. Entonces, cuando Gruñón vió que le adelantó, con todas sus fuerzas empezó a escalar de nuevo y al final, cuando se acercaban a la cima Gruñón adelantó a el otro participante y consiguió llegar el primero. Gruñón había ganado. Se sentía muy feliz en ese momento. Entonces el vendedor le entregó los sacos de arena que el quiso y se fue para casa pensando en que su madre se sentiría muy orgullosa al ver que había ganado las pruebas. Al llegar a casa su madre le felicitó por lo que había hecho y rápidamente cogió la arena y se puso a hacer la playa en el jardín. Cuando había terminado de hacer la playa decidió que tenía que poner una piscina. Entonces fue a pedirle al vendedor que le dejara una piscina para su playa. Y el vendedor se la dio amablemente. Entonces rápidamente fue a su casa a poner la piscina y a disfrutarla. Ese día Gruñón se lo había pasado muy bien.
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